Dice la Consti, si me permiten llamar así a la amiga que da el marco legal a todo el ordenamiento jurídico español, que todos tenemos una serie de derechos fundamentales que son inalienables a las personas.
Eso es fantástico, o como diría Julie Andrews, supercalifragilísticoespialidoso, pero cuando vemos la situación actual, topamos con el muro de la realidad.
Mi autor, Manuel Salas, a quien sigo considerando un inepto social, en eso difiere poco conmigo, nunca se moja en esta cuestión. Sí comenta que hay crisis, que si no se puede hacer esto o no conviene hacer aquello, pero solamente muestra su escasa capacidad para afrontar los hechos y sobre todo, para actuar en consecuencia.
Yo, como titular del libro, soy un poco más activista.
Mi opinión no deja de ser un reflejo de muchas opiniones de la sociedad y además, no me importa dejarla por escrito, bien explícita para que la gente no tenga duda alguna.
La crisis económica revela una incapacidad para afrontar económicamente ciertas situaciones o privilegios, pero nunca y bajo el manto de la tan aludida pro ellos Constitución, puede ser la causa de recortes en derechos (que no privilegios como ellos los equiparan, mientras asimilan sus privilegios como derechos) y menos los fundamentales como de trabajadores, el hogar digno, la educación o la sanidad.
En referencia a ésta última, decir que están menoscabando la capacidad sanitaria tanto de los profesionales, como por ende, de los usuarios, que patéticamente se ven cada vez más abocados a "pagarse" sus derechos en asistencia o farmacia. Se está adelgazando tanto en sanidad que ya parece caquéctica y empiezo a pensar que puede padecer un trastorno alimentario en forma de anorexia.
De hecho, hablando con algunos profesionales sanitarios, me comentan que antes aplicaban la cirugía o medicina de posibilidades, de atender al paciente con las técnicas y pruebas complementarias y fármacos que requiriese cada caso en particular, lo que se denominaba un contrato de medios, que es el contrato que se hace entre médico y paciente de forma implícita. Ahora con los recortes, en las intervenciones quirúrgicas de cualquier tipo, están tentados a poner una tirita tras la incisión y olvidarse de profundizar más allá. Pero que si se continúa con esta salvaje disminución de recursos, el licenciado en medicina y cirugía, tendrá a su alcance un remedio único y exclusivo (porque no dispondrá de nada más), que escuchar al paciente, comprenderlo y posteriormente aplicar ese único tratamiento universal: "sana, sanita, culito de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana"
Que no sea amén
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